Hoy se ha muerto la vecina del Primero Exterior Derecha. Apenas la conocía, en los casi seis meses que llevo viviendo en esta casa sólo me había cruzado con ella una vez. Se podría decir que mi relación con Isabelita (así la llamaban mis otras vecinas) estaba marcada por el fuera de campo: desde mi lado de una pared que parece de papel (y perdonen la aliteración, no he podido resistirme) oía a menudo sus pláticas con la chica que la ayudaba en las tareas domésticas; desde la cocina he escuchado hoy las diversas conversaciones telefónicas que ha mantenido el agente de policía que estaba en el rellano, el cuerpo está boca arriba, sí, hay un poco de sangre, la familia la esperaba para comer... y esta mañana, presumiblemente mientras aún vivía (a menos que yo haya desarrollado un sexto sentido) la he escuchado cantar desde mi cama. Consulto el calendario y me doy cuenta de que el 18 de febrero es el Día Internacional de la Ópera, pero lo que Isabelita cantaba con su voz llena de arrugas no era ningún aria, sino alguna vieja canción popular de amores desgraciados, quizás un tango.
Ignoro la causa de su muerte. No me he atrevido a preguntársela al policía que hacía guardia frente a su puerta cuando he bajado a hacer la compra, ni había reunido el coraje suficiente para hacerlo cuando he regresado, ya de noche, a mi casa. Y por supuesto nadie ha venido a interrogarme para saber si había oído algo, por mucho que yo tuviese preparada la respuesta, sí, señor agente, la escuché cantar, sí, eso es, pues no estoy segura, creo que era un tango... El último tango de su vida.
3 comentarios:
¡Y que le quiten lo bailao!
Vivir cantando y morir bailando. C'est la vie!
Hola (again). Hay un premio que te espera en Petardylandia.
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